Subtítulo: Receta Marmota – groundhog – murmeltier @martamota_avf

El diccionario de la gastronomía, define la técnica de cocina de ‘confitar’ en introducir un alimento (carne, pescado o verduras) en un líquido graso y cocinarlo a baja temperatura. 

¿Por qué en España pensamos que el confitado es dulce? Porque habitualmente se usa este término para referirse a preparados dulces, en cuyo caso consiste en introducir frutas o frutos secos en almíbar u otro líquido azucarado y cocer lentamente a temperatura muy baja. 

Así es que aquí está la receta para estas deliciosas alcachofas, de temporada de otoño a primavera, es decir, de septiembre a mayo.

Según la Fundación Española de Nutrición (FEN), la porción comestible de la hortaliza es de 36 gramos por cada 100 de producto fresco. Veamos cómo podemos aprovechar prácticamente el cien por cien de este alimento, fuente de nutrientes, como proteínas, fibra, fósforo, potasio, esteroles y cinarina. 

Ingredientes:

  • Alcachofas: una, dos o tres por comensal. 
  • Un chorrito de zumo de limón
  • Aceite Bleriot
  • Sal

Preparación:

  1. Aprovechamiento cien por cien de la alcachofa: Cortar los rabos y quitar las hojas de las primeras capas de la alcachofa hasta que la parte más cercana al corazón se vaya aclarando. ‘Desmocha’ la alcachofa (⅓ de la alcachofa aproximadamente). Para aprovechar toda la alcachofa, cuece todo esto en agua que lo cubra y obtendrás una bebida detox y un dip para mojar en vinagreta a la salsa que desees.
  2. En un recipiente en el que quepan todas las alcachofas, cubrirlas de agua y añadir un chorreón de limón para que no se oxiden. Dejamos reposar 5 minutos. Colamos bien y las escurrimos para que no quede nada de agua en su interior.
  3. En una cazuela o gran cazo ponemos las alcachofas y las cubrimos de aceite. A fuego muy bajo para que no llegue a hervir -unos 80 C es la temperatura ideal o el punto 2-3 de la placa de vitro- las alcachofas estarán entre 1 hora y 1⅓  horas. El aceite tiene que cubrir por completo las alcachofas, si flotan las empujamos con un cubierto de madera para abajo para que se llenen de aceite y se hundan.
  4. Para saber cuándo están listas, se pinchan con un pincho moruno o uno de marisco. Deberán poder atravesarse. Las sacamos, las escurrimos en la propia cazuela (el aceite se puede usar para cocinar) y las ponemos en papel de cocina para que absorba todo el aceite.
  5. Al emplatar, las ponemos en forma de flor, abriendo todas sus hojas. Echamos sal gorda o fina, al gusto.